De cuando conversábamos cara a cara

El 1 de enero del 2006 entró en vigor en España la ley antitabaco que prohibía fumar en centros de trabajo y en otro tipo de lugares que hasta la fecha estaba permitido. Recuerdo que me encantó la medida. Estaba bastante cansada de tener reuniones donde las personas fumaban mucho en una sala de pocos metros cuadrados, con ningún tipo de ventilación y donde las colillas se acumulaban una tras otra.

Luego, en cambio, empezó a suceder un fenómeno curioso. Las personas que fumaban bajan una, dos o tres veces a fumar a la planta 0 del edificio. Allí, en ese entorno informal, sin ordenadores, sin libretas, sin temas preestablecidos, sin convocatorias ni jerarquías… entre calada y calada, curiosamente conversaban. Sí, pero no únicamente tenían conversaciones banales, que también, sino que conversaban sobre cuestiones de trabajo. ¿Y sabéis que era lo mejor? Que allí se resolvían algunas cosas, se llegaba a más de un acuerdo e incluso se tenían nuevas ideas. Así era, se desatascaban temas que a veces en una reunión formal o en un hilo de correos electrónicos, se alargaban en el tiempo sin dar con ninguna solución.

En ese momento, estuve a punto de hacerme fumadora para ser del clan y pertenecer a ese grupo privilegiado que conversaba cara a cara en un entorno informal. Es bromaaaa, nunca pensé hacerme fumadora, pero lo que todavía no entiendo es por qué nunca bajé ni que sea a tomar un café 🙂

La socialización presencial

Lo cierto es que la socialización presencial en el entorno laboral es esencial, ya que es la base de muchos de los procesos claves que deben darse en una organización. Me refiero, por ejemplo, a procesos como la acogida de los nuevos profesionales, o a la capacitación del trabajo que las personas deben realizar, e incluso al proceso de desarrollo profesional de una persona a lo largo de su ciclo de vida en una organización. Además, la socialización no solo favorece a las personas de forma individual, sino que favorece la cohesión y el trabajo en equipo.

Los equipos que cultivan buenas relaciones profesionales, un buen ambiente, una interacción rica y constante, etc. son los equipos que posiblemente estarán más preparados para juntos poder resolver mejor los retos, para innovar y para construir un futuro mejor.

De hecho, la socialización también sirve para llegar a sentirse “a gusto” en un sitio, para alimentar el sentimiento de pertenencia y la motivación por remar hacia un mismo propósito. Y por qué no, ¡la socialización sirve para pasarlo bien también!

De la presencialidad a una socialización híbrida

Más allá de todo esto, lo que no podemos es negar la evidencia. La socialización virtual ha venido para quedarse y en muchos casos creo que la virtualidad resuelve muy bien la eficiencia de esta, que no es lo mismo que resolver su efectividad al 100%. Quizá lo que ocurre entonces es que hemos de entender que la socialización híbrida será a partir de ahora nuestra nueva realidad. Podremos empezar a conocernos en un entorno presencial o virtual, pero luego el proceso de socialización se desarrollará en ambos entornos. Entrará y saldrá, se complementará. De hecho, ya está siendo así, al más puro estilo líquido de Bauman. Solo hay que mirar por la mirilla de cualquier empresa, de cualquier centro de formación, o incluso, de cualquier familia, para observar como crean y desarrollan sus relaciones personales y profesionales.

¿Y todo esto para qué? Para compartir con vosotr@s que creo de verdad que, aunque hoy en día la tecnología nos permite en muchas profesiones llegar a trabajar totalmente en remoto, también necesitamos la presencialidad. Bajar a fumar (o no) a la planta 0, recuperar los encuentros de ascensor, las conversaciones de pasillo y dejarnos las monedas para sacar el café.

En definitiva, necesitamos recuperar los espacios informales de relación que nos regala la presencialidad.

Claro que cuesta, porque llevamos mucho tiempo con hábitos de bajo desplazamiento y de una socialización limitada. Pero hagamos fiestas de los reencuentros y volvamos a cogerle el gustillo a la presencialidad que nos va a ayudar, seguro, a recuperarnos junt@s de todo lo que hemos vivido.

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